Ante la posible reelección de Donald Trump en 2024, los países de América Latina anticipan una política exterior estadounidense más agresiva e intervencionista en la región. Durante su anterior mandato, Trump aplicó medidas que impactaron significativamente en temas comerciales y migratorios, generando tensiones con varios gobiernos latinoamericanos. En México, por ejemplo, la administración Trump forzó cambios en las políticas migratorias a través de amenazas arancelarias. Ahora, en un contexto global más complejo y con una región politizada de manera diversa, la expectativa es elevada: algunos temen que el retorno del trumpismo signifique un aumento en las presiones comerciales y económicas sobre sus países.
Países como Venezuela y Cuba, que ya vivieron sanciones severas bajo el gobierno de Trump, miran con recelo la posibilidad de sus políticas renovadas. Por otro lado, algunos analistas señalan que gobiernos más afines a Washington podrían beneficiarse si Trump prioriza relaciones bilaterales favorables. Sin embargo, la mayoría visualiza desafíos significativos en términos de soberanía y autodeterminación. Las acciones de Trump podrían intensificar las tensiones internas en una región que ya enfrenta problemas de gobernabilidad y desigualdad. Esto obliga a los líderes latinoamericanos a evaluar sus estrategias frente a un posible nuevo período de la política exterior impulsada por un Trump recargado.
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