Las calles empedradas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, antaño concurridas por turistas, se hallan ahora desoladas debido a la guerra en Gaza. Los mercaderes y comercios luchan por sobrevivir en un ambiente casi fantasmal. El Hospicio Austríaco, establecido en 1869 para peregrinos cristianos, casi vacío, refleja la desbandada de visitantes. La biblioteca Khalidi, guardiana de valiosos manuscritos islámicos, fue recientemente ocupada y luego recuperada, en medio de un clima de represión y tensión omnipresente. Jerusalén, con sus múltiples identidades y conflictos, se encuentra sumida en un estado de sitio y hostilidad, donde la furia humana ha transformado la ciudad sagrada en un infierno palpable.
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