El líder ruso continúa enfocado en Ucrania, no simplemente en el conflicto bélico, sino en un plan más amplio y preocupante: la aniquilación del Estado ucraniano. Bajo el pretexto de que los ucranianos no constituyen un pueblo independiente, se prepara una ofensiva que trasciende la lucha en el campo de batalla. Este enfoque subraya una visión expansionista que busca desmantelar no solo las estructuras gubernamentales de Ucrania, sino también su identidad y soberanía nacional.
La narrativa oficial del Kremlin enfatiza teorías históricas y culturales para justificar sus acciones, intentando legitimar su agresión internacional. Al caracterizar a Ucrania como un territorio históricamente vinculado a Rusia, se refuerza el discurso que niega la independencia del pueblo ucraniano. Esta perspectiva no solo alimenta el conflicto actual, sino que también plantea una amenaza a la estabilidad regional y a las normas internacionales que defienden la autodeterminación y la soberanía de las naciones.
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