Desde 1910, el histórico Tren Amarillo recorre los valles franco-catalanes de los Pirineos Orientales, conectando Vilafranca de Conflent con la Tor de Querol en un trayecto de 63 kilómetros. El tren atraviesa paisajes pintorescos, destacando la villa de Mont-Louis, una fortaleza elevada a 1.600 metros y Patrimonio de la Humanidad. Tras Mont-Louis, la ruta continúa hacia Toès i Entrevalls, en la frontera natural entre España y Francia, donde se encuentran las impresionantes Gorges de Carançà. Esta línea, que en su historia sirvió para el transporte de materiales durante la Segunda Guerra Mundial, es hoy un destino popular entre senderistas que buscan adrenalina en su recorrido por paisajes montañosos.
En el verano, el deshielo da vida a diversas especies que enriquecen el recorrido por las Gorges de Carançà. El sendero, aunque desafiante, no requiere aptitudes técnicas, pero sí precaución en invierno por posibles accidentes. A lo largo del trayecto, los caminantes cruzan cascadas, puentes colgantes y pasarelas elevadas. El recorrido culmina en el refugio de Carançà, donde el visitante puede descansar antes de continuar hacia el Estany de Carançà, un lugar envuelto en leyendas. Este remoto parque natural no solo ofrece experiencias visuales emocionantes sino que también susurra mitos de brujas y tempestades, impregnando de misterio a la travesía pirenaica.
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