En el último episodio de la rivalidad Barça-Madrid, Lamine Yamal destacó no solo por su juego en el campo, sino también por su intensa personalidad fuera de él. Sus gestos, como considerar teñirse el pelo de rubio antes de una final, revelan una búsqueda de individualidad que comparte con su padre, quien a menudo asume un rol más de amigo que de tutor. A pesar de su juventud, Lamine encuentra una figura de autoridad en su entrenador del Barcelona, Hansi Flick, quien le recuerda la importancia de cumplir en el entrenamiento para asegurar su titularidad. Sin embargo, en el vestuario también cuenta con el respaldo de jugadores como Frenkie de Jong y Pedri, quienes reconocen su estilo único, aunque a veces cuestionen sus excentricidades, como el uso de gafas de sol sin que haya sol.
La relación entre Lamine Yamal y Pedri se está forjando como una conexión prometedora tanto en el Barcelona como en la selección nacional. La forma de ser de ambos fuera del campo es radicalmente distinta, pero en el terreno de juego logran una armonía perfecta, evocando duplas históricas del club como la que formaron Iniesta y Neymar. Pedri describe a Lamine como un jugador con capacidad para cambiar el rumbo del juego en cualquier momento, una sensación comparable a la que provocaba Messi. Con contratos renovados, la dupla entre el canario y la joven promesa apunta a escribir capítulos memorables en la historia del fútbol, fusionando estilos opuestos con un entendimiento tácito que convierte sus actuaciones en algo digno de admiración.
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