A 65 días del atentado que conmocionó a Colombia, falleció el senador Miguel Uribe Turbay, figura prominente de la derecha y precandidato presidencial para las elecciones de 2026. Su muerte revive el trauma de la violencia política que marcó al país en las décadas pasadas, aunque esta vez, la autoría del crimen permanece en la incertidumbre. Las autoridades han detenido al sicario y a algunas personas involucradas, pero el autor intelectual sigue sin identificarse, generando un clima de inquietud con las elecciones a menos de un año y en medio de un panorama político fracturado.
El caso ocurre en un momento complejo para la derecha colombiana, que enfrenta la condena reciente de su líder, Álvaro Uribe Vélez. Mientras el expresidente mantiene su inocencia y sus seguidores adoptan un discurso cada vez más antisistema, el asesinato de Uribe Turbay tensa aún más el ambiente político. Incluso el presidente Gustavo Petro, criticado por la oposición, ha rechazado la politización del crimen, apuntando sin evidencias claras hacia una «nueva junta del narcotráfico». Con el escenario electoral en pleno desarrollo y múltiples reformas en juego, la polarización política promete intensificarse, sumando incertidumbre a la ya delicada estabilidad del país.
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