La amenaza de que Estados Unidos impusiera aranceles del 30% a las mercancías provenientes de la Unión Europea a partir del 1 de agosto ha sido finalmente desactivada. Tras intensas negociaciones diplomáticas y económicas entre ambas partes, se logró alcanzar un acuerdo que evita el enfrentamiento comercial que podría haber tenido graves repercusiones para ambas economías. Este desarrollo ha sido recibido con alivio por sectores comerciales y gobiernos, quienes temían que una guerra arancelaria dañara las relaciones transatlánticas y afectara a una amplia gama de industrias.
El acuerdo alcanzado se basa en compromisos mutuos para revisar y ajustar sus respectivas políticas comerciales, buscando eliminar tensiones existentes en sectores clave. Las partes se han comprometido a seguir trabajando en conjunto para abordar otras cuestiones comerciales pendientes, con el fin de fortalecer su relación económica. La decisión ha sido vista como un triunfo de la diplomacia y el diálogo, reiterando la importancia de la cooperación internacional en un momento de alta volatilidad económica a nivel global.
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