El reciente escándalo que rodea al ministro del gobierno ha generado un revuelo considerable. Según fuentes, el ministro se involucró personalmente en la compra de mascarillas durante la pandemia, llegando a utilizar un lenguaje coloquial y fuerte en sus comunicaciones. En un intercambio notable con el asesor de Ábalos, expresó confianza en gestionar los problemas con afirmaciones como «esta mierda te la soluciono». Su implicación fue más allá de simples conversaciones telefónicas; realizaba viajes frecuentes a Madrid con la intención de reunirse con altos funcionarios, incluyendo a «Pedro», aunque sin garantías de éxito, con el objetivo de cerrar los acuerdos necesarios.
Las acciones del ministro reflejan una conducta poco convencional y directa en la gestión de emergencias sanitarias, que ha captado la atención pública. Esta forma de actuar, que incluye desplazamientos sin previo aviso y comunicaciones informales, ha desatado un debate sobre la ética y transparencia en la administración de recursos críticos durante la pandemia. Aunque no se han especificado las consecuencias legales o políticas inmediatas, el incidente ha puesto en tela de juicio los procedimientos y controles internos del gobierno en la adquisición de suministros sanitarios.
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