Los técnicos responsables han presentado las directrices fundamentales del ambicioso proyecto urbano destinado a sumergir 3,2 kilómetros de una de las arterias más transitadas de la ciudad, con el objetivo de aliviar el congestionado tráfico diario. La iniciativa, que se perfila como una de las más significativas en materia de infraestructura urbana en los últimos años, pretende no solo mejorar la fluidez vehicular, sino también transformar el paisaje urbano en favor de espacios más verdes y peatonales. Los aspectos técnicos han sido minuciosamente detallados, ante un auditorio expectante por conocer los impactos directos y colaterales de esta obra monumental.
Sin embargo, a pesar del optimismo que rodea al megaproyecto, persisten inquietudes significativas respecto al ruido durante las obras y la integridad de los edificios adyacentes. Vecinos y comerciantes de la zona expresan su preocupación por el posible daño estructural que pudiera ocasionar la excavación subterránea, así como por el impacto acústico que afectaría la calidad de vida durante la ejecución del proyecto. Las autoridades han asegurado que se implementarán medidas estrictas de control y monitoreo para minimizar estos riesgos, buscando mitigar cualquier efecto negativo y garantizar que los beneficios a largo plazo superen a los inconvenientes temporales.
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