En los últimos años, el comercio minorista en España ha experimentado una transformación significativa, impulsada por las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y el cambio en los hábitos de consumo de la población. Entre 2019 y 2024, el sector enfrentó el cierre de casi 50,000 locales, incluidos más de 20,000 solo en el primer trimestre de 2020, según datos del Instituto Nacional de Estadística. El auge del comercio electrónico ha sido notable, con un incremento del 95% en las ventas en línea durante este periodo. Un estudio reciente de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas destaca que, en 2023, el 45% de las empresas españolas recurren a las ventas en línea, un aumento significativo frente al 36% previo a la pandemia. Este cambio refleja la creciente preferencia por las compras digitales, acentuada por las restricciones y el miedo al contagio.
El impacto de la pandemia no fue homogéneo en todos los sectores del comercio minorista. Mientras que las ventas de alimentos se incrementaron anualmente un 10% en marzo de 2020, la ropa y el calzado sufrieron caídas de hasta un 90% en abril del mismo año. Este fenómeno estuvo vinculado a las restricciones más estrictas y al comportamiento más cauteloso de los consumidores. El comercio electrónico continúa creciendo, impulsado por la preferencia de los consumidores por compras más convenientes y accesibles. Las grandes cadenas, gracias a sus recursos para integrar nuevas tecnologías, han liderado esta transformación, mientras que los pequeños comercios han tenido que adaptarse ofreciendo experiencias de compra más personalizadas y adoptando modelos omnicanal para sobrevivir en un entorno cada vez más digital.
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