En un mundo donde se valora cada vez más la inteligencia, se destacan las virtudes de aquellos con una capacidad cognitiva superior, capaces de conectar ideas y resolver problemas de manera rápida y eficaz. Esta percepción se observa en las múltiples formas de inteligencia descritas por Gardner, como la visual-espacial, musical y kinestésica, ejemplificadas en figuras emblemáticas como Picasso, músicos geniales y deportistas de élite. Sin embargo, en la compleja realidad de Colombia, surge la necesidad de dar mayor importancia a la bondad, un rasgo que parece relegado. Las personas bondadosas, aunque menos visibles, juegan un papel crucial en la sociedad gracias a su disposición para ayudar y su humildad, destacándose por su integridad y desprendimiento emocional.
En el contexto de las próximas elecciones en Colombia, se plantea un dilema sobre los criterios para evaluar a los candidatos políticos. Debemos considerar si estos líderes poseen tanto inteligencia como bondad, valores que podrían guiarnos hacia una mejor gobernanza. A pesar de la presión por exigir mano dura y decisiones enérgicas, el ejemplo de figuras como Mohandas Gandhi y Jimmy Carter sugiere que la bondad puede prevalecer. Carter, por ejemplo, es recordado no solo por su inteligencia sino también por su bondad, la cual le valió el reconocimiento global y el Premio Nobel de la Paz. Esta reflexión lleva a cuestionar si la política actual, dominada por intereses y emocionalidades, permitirá que prevalezcan candidatos que encarnen estos valores esenciales, desafiando a la sociedad a elegir líderes que equilibren inteligencia con auténtica bondad.
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