El filólogo Jean Bollack señalaba que la «rosa» en la poesía de Paul Celan no crece en ningún jardín, reflejando un enfoque crítico ante la interpretación de la obra del poeta. Bollack dedicó su vida a interpretar a Celan desde los años 80, proponiendo una nueva forma de lectura más allá del diccionario clásico que utilizaba Gadamer. La poesía de Celan transforma el idioma alemán, el mismo idioma de los verdugos que asesinaron a su madre, en un instrumento de resistencia y reflexión. En su poemario «La Rosa de Ningú», el poeta convierte las palabras y la sintaxis en herramientas de confrontación, revelando la violencia del mundo exterior y ofreciendo una respuesta poética que desafía a sus críticos.
Desde 1960, Celan enfrentó acusaciones de plagio impulsadas por Claire Goll, viuda del poeta Yvan Goll, las cuales se mezclaron con tintes antisemitas. Pese a ello, sus poemas han logrado trascender como símbolos de justicia para las víctimas del exterminio, representados en la «Rosa de Ningú». Esta colección, cuidadosamente traducida por Arnau Pons, ofrece un testimonio de la resistencia ante la injusticia, donde las palabras como «rosa», «piedra» o «cuchillo» sirven al rigor artístico. Los poemas, cargados de significado histórico, encuentran en el arte la forma de rebelarse contra el olvido, y al igual que un mensaje en una botella, esperan ser recogidos y comprendidos por futuras generaciones.
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