En un clima de creciente tensión y protesta, las universidades públicas de Argentina se han convertido en el epicentro de una dura confrontación con el gobierno del presidente ultraderechista Javier Milei, quien ha puesto en marcha un plan de ajuste fiscal que amenaza con desmantelar el financiamiento estatal hacia las instituciones educativas. Esta semana, las calles frente a la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires se han transformado en aulas improvisadas donde profesores y estudiantes, portando pancartas que denuncian su situación económica, continúan impartiendo clases en medio de manifestaciones. La educación pública, un símbolo de prestigio y movilidad social en Argentina, resiste frente a nuevas políticas de recorte presupuestario que han avivado el descontento social y generado una serie de protestas en todo el país, incluyendo clases públicas, marchas y huelgas convocadas por sindicatos docentes.
El epicentro de las protestas ha girado en torno al reciente veto por parte de Milei a la Ley de Financiamiento Universitario, una legislación que había sido aprobada para asegurar el adecuado flujo de recursos hacia las universidades públicas. Esta medida ha generado un rechazo enérgico desde diversos sectores académicos, que han organizado tomas pacíficas de edificios y convocatorias de huelga para presionar por la restauración de un presupuesto justo y salarios dignos. El gobierno, lejos de ceder, ha optado por intensificar la confrontación, adelantando que no cederá en su rigor fiscal y arremetiendo contra lo que describen como maniobras políticas dentro de las universidades. La situación se espera que escale con próximas manifestaciones, incluyendo una «marcha de velas», y la implementación de medidas de auditoría sobre las finanzas universitarias.
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