En un emotivo discurso lleno de recuerdos personales, la Princesa de Asturias compartió fragmentos de su infancia vividos en el Principado, en el marco de la ceremonia en la que fue honrada con la máxima distinción de la comunidad. Durante el evento, que congregó a destacadas personalidades políticas y culturales de la región, la heredera al trono visiblemente conmovida, evocó las visitas a playas y montañas asturianas que marcaron sus años de crecimiento. Asimismo, agradeció a su familia por cultivar en ella un profundo amor y aprecio por tierra, tradición y cultura asturianas, aspectos que, según señaló, han sido fundamentales en la formación de su identidad.
La ceremonia no solo resaltó el significado personal del galardón para la princesa, sino también el potente lazo entre la monarquía y la comunidad asturiana. La distinción se convierte así en un símbolo de la continuidad de vínculos históricos, fortalecidos por las visitas frecuentes y el compromiso cultural y social demostrado por la familia real. En su discurso, la princesa subrayó su compromiso de seguir trabajando por el bienestar de Asturias, prometiendo ser una embajadora de su rica herencia en el escenario nacional e internacional. Su intervención fue recibida con aplausos y elogios, reflejando el cariño y respeto que despierta su figura entre los asistentes.
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