El Ejecutivo ha sido acusado de intentar forzar la elaboración de opiniones por parte de organismos que, en principio, pueden realizar estos documentos solo a iniciativa propia. Esta práctica ha sido señalada como una intromisión en las competencias de dichos organismos, quienes suelen emitir opiniones de manera voluntaria cuando consideran necesario aportar su perspectiva sobre determinados temas. La denuncia sostiene que este tipo de presiones socava la independencia y objetividad que deben caracterizar a estas instituciones.
La controversia se centra en la autonomía de los organismos para decidir cuándo es pertinente emitir una opinión, subrayando que cualquier intento de imponer estos documentos podría interpretarse como una manipulación política. La situación ha generado preocupación sobre la posibilidad de que se comprometa la transparencia en el manejo de asuntos de interés público. Se espera que el Ejecutivo clarifique su postura y garantice que las opiniones continúen siendo producto de la reflexión y el criterio propio de los organismos implicados.
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