La reapertura de la aduana en Melilla tras dos años de negociaciones se realiza bajo condiciones impuestas por Marruecos, que han sido criticadas por diversos sectores en España. La prensa marroquí ha acogido positivamente el acuerdo, considerándolo un avance hacia la soberanía del país sobre los enclaves españoles de Ceuta y Melilla. Las medidas aprobadas permiten el tráfico de productos marroquíes, como áridos, frutas, verduras y pescado, pero restringen el acceso de mercancías no fabricadas en Melilla. Este enfoque, según medios marroquíes, reafirma el control económico y comercial que Rabat busca establecer en la región.
Por otro lado, el pacto genera malestar entre los empresarios y comerciantes melillenses, quienes ven con preocupación las restricciones impuestas. Estos sectores temen que las condiciones afecten negativamente sus actividades comerciales, ya que anteriormente dependían en gran medida de un comercio no oficial hacia Marruecos. Las medidas adoptadas eliminan el contrabando, una práctica comúnmente tolerada en el pasado que fue una fuente significativa de ingresos para las aduanas marroquíes. Además, la mayoría de las importaciones hacia los enclaves proceden de España y se dirigían al mercado marroquí a través de canales informales, lo que ha generado ganancias sustanciales en la región antes de la imposición de las nuevas restricciones.
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