María J. Martínez, una atleta española, enfrentó una crisis tras una prueba genética en el Mundial de Atletismo de Kobe en los años 80, donde se descubrió la presencia de cromosomas masculinos en su organismo. La federación deportiva, en lugar de brindarle apoyo, le recomendó fingir una lesión y posteriormente la abandonó. La situación se agravó cuando sus datos médicos fueron filtrados, lo que resultó en acusaciones de brujería y un intenso acoso mediático, complicando aún más su situación personal y profesional.
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