En el marco del conflicto en Ucrania, los drones bomba «Shahed», fabricados por Rusia bajo licencia iraní, se han convertido en la herramienta principal de la ofensiva rusa, aumentando significativamente la presión sobre la retaguardia ucraniana en 2025. Estos drones, conocidos en Rusia como «Geran», han experimentado un aumento en su producción y desarrollo tecnológico, lo que representa un desafío para las defensas ucranianas. Los Shahed, ahora capaces de volar a alturas superiores a tres kilómetros y equipados con inteligencia artificial, participan en ataques nocturnos masivos, lo que dificulta su interceptación por parte de la defensa aérea ucraniana. Este aumento en la actividad se refleja en el incremento del uso de estos drones por parte de Rusia, generando un característico zumbido en ciudades como Kiev, que ahora es un sonido habitual.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha resaltado la preocupante frecuencia de estos ataques con drones, que en ciertas noches alcanzan el disparo de hasta 480 unidades. En respuesta, Ucrania ha impulsado el desarrollo de drones interceptores en colaboración con Alemania y Canadá para contrarrestar esta amenaza. A pesar de contar con sistemas de defensa aérea y aviones de combate como los F-16, las fuerzas ucranianas enfrentan dificultades debido a la limitada cantidad de misiles disponibles y la avanzada tecnología de los nuevos Shahed, que incluyen drones de distracción y versiones armadas con municiones más letales, como bombas termobáricas y de racimo. Los ataques con Shahed y misiles han causado un aumento en las bajas civiles, con significativas pérdidas humanas en recientes bombardeos sobre Kiev y Dnipró, lo que subraya la complejidad y crueldad del conflicto en curso.
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