Las diferentes políticas sobre el uso de la fuerza entre aliados internacionales obstaculizan la capacidad de respuesta conjunta en situaciones de conflicto. La falta de criterios uniformes en cuanto a cuándo y cómo abrir fuego genera confusión y puede comprometer la efectividad de las operaciones militares conjuntas. Esta diversidad de normativas dificulta la coordinación y aumenta el riesgo de incidentes no deseados en el campo de batalla, según diversos analistas de defensa.
Fuentes diplomáticas insisten en la importancia de establecer un reglamento común y armonizado para garantizar una toma de decisiones más eficiente y coherente entre los países aliados. Un enfoque unificado permitiría a las fuerzas multinacionales operar bajo un mismo marco normativo, mejorando tanto la seguridad como la eficiencia operativa. La búsqueda de este consenso normativo es crucial en un contexto internacional cada vez más complejo y volátil.
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