El organismo internacional ha revisado a la baja sus proyecciones de crecimiento económico para la eurozona y Estados Unidos, citando factores como la persistente inflación, el endurecimiento de las condiciones financieras y la incertidumbre geopolítica. Según el informe, esta revisión refleja un entorno económico desafiante, donde las políticas monetarias más restrictivas implementadas por los bancos centrales han empezado a mostrar su impacto en el consumo y la inversión. Además, se destaca que las tensiones internacionales y los problemas en las cadenas de suministro siguen siendo barreras significativas para el crecimiento sostenido en estas regiones.
En particular, se observa una moderación en los sectores industriales y comerciales, a medida que las empresas enfrentan costos más elevados y una demanda incierta. La rebaja en las expectativas también resalta un cambio hacia una perspectiva más conservadora entre los economistas, quienes ahora esperan que los procesos de recuperación sean más prolongados de lo inicialmente previsto. La situación se complica aún más por el temor de una posible recesión si las condiciones adversas persisten, lo que podría tener consecuencias significativas no solo para las economías europeas y estadounidense, sino también para la estabilidad económica global.
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