En el Museo del Prado, mientras se desmontan los restos de una exposición pasada para dar paso a la próxima sobre Paolo Veronese, se aprecia el bullicio y la meticulosidad de los preparativos. Andrés Úbeda, conservador del museo, encuentra belleza en los paisajes abstractos de las manchas de pintura dejadas atrás, una imagen que refleja el ciclo continuo de creación y desmontaje propio de las grandes instituciones culturales. La nueva exposición, que abrirá sus puertas el 27 de mayo, está guiada por Miguel Falomir, director del Prado, quien planifica cada detalle como si de una obra maestra narrativa se tratara. La planificación ha sido exhaustiva, abarcando desde la restauración meticulosa de obras hasta la coordinación efectiva de los diversos equipos involucrados en la puesta en escena.
Detrás de esta compleja operación artística, se encuentran historias de perseverancia y desafío. Desde la selección cuidadosa de cada pieza, la consultación con museos de todo el mundo para obtener préstamos, hasta el montaje cuidadoso de cada obra bajo la atenta mirada de expertos en restauración. El proceso implica la navegación de múltiples logísticas, como el transporte seguro de obras grandes y frágiles, y la integración de tecnología moderna para asegurar que las condiciones de iluminación resalten adecuadamente la maestría de Veronese. Finalmente, tras semanas de intenso trabajo, la exposición cobra vida, celebrando la continuidad del arte y la memoria colectiva. En un emotivo preludio a la apertura al público, los trabajadores del museo y sus familias tienen la oportunidad de apreciar los resultados de un esfuerzo que trasciende lo individual, manteniendo a Paolo Veronese vibrante y relevante en el mundo contemporáneo.
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