En un reciente discurso, el rey Felipe VI ha lanzado una advertencia clara y contundente a los poderes públicos, señalando que se están alejando del «bien común». En un contexto en el que la confianza en las instituciones parece estar en declive, el monarca ha subrayado la necesidad de que los líderes políticos vuelvan a priorizar el interés general sobre cualquier otra consideración. Su intervención llega en un momento crítico, coincidiendo con la gestión de la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), un fenómeno meteorológico que puso a prueba la capacidad de respuesta y coordinación del Estado. La actuación eficaz y comprometida del monarca durante esta crisis ha sido vista como un ejemplo de dignidad y servicio, renovando la credibilidad de la institución ante la ciudadanía.
El discurso, reservado pero firme, ha sido interpretado como un intento de reivindicar el papel de la monarquía en la estabilidad y unidad del país. Felipe VI aprovechó esta plataforma para recordar que la confianza pública se gana con actos concretos y decisiones que beneficien a la sociedad en su conjunto. Sus palabras reflejan una creciente preocupación por el distanciamiento entre los políticos y los ciudadanos, y exigen un compromiso renovado con los valores democráticos y el servicio público. En un panorama político cada vez más complejo y polarizado, el mensaje del rey invita a la reflexión sobre la responsabilidad y el deber de los funcionarios públicos, al tiempo que destaca el rol crucial de la monarquía como garante del bien común.
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