Elon Musk, el multimillonario dueño de empresas como Tesla y SpaceX, ha jugado un rol crucial en el entorno político estadounidense al apoyar activamente la candidatura de Donald Trump para su reelección presidencial. Al adquirir la red social X, anteriormente conocida como Twitter, Musk ha utilizado la plataforma para difundir teorías conspirativas de extrema derecha y fomentar el conservadurismo, influenciando a millones en un contexto donde las redes sociales han superado a medios tradicionales en la diseminación de información. Desde su declaración pública de apoyo en julio, Musk no solo ha invertido 119 millones en comités de acción política pro-Trump, sino que también ha estado presente en conversaciones de alto nivel, como una llamada reciente entre Trump y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Este involucramiento sugiere que podría desempeñar un papel significativo en la segunda administración de Trump.
La polémica por el manejo de X, que incluye el despido masivo de personal encargado de moderar contenido, ha despertado críticas por su contribución a la polarización política y la propagación de desinformación. La caída del 80% en el valor de la red social desde su adquisición, no parece preocupar a Musk, quien ha transformado la plataforma en un altavoz de discursos conservadores, beneficiando particularmente las causas trumpistas. Estas acciones han dejado preguntas abiertas sobre sus verdaderas intenciones, con especulaciones que van desde el deseo de obtener ventajas regulatorias para sus empresas hasta la búsqueda de un puesto influyente en el gobierno de Trump. Sin embargo, algunos expertos sugieren que las motivaciones de Musk podrían ser más ideológicas que económicas, caracterizando su aventura como un intento de controlar la narrativa pública al dominar uno de los canales informativos más influyentes del mundo.
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