Este año, aunque no se sienta tan palpable como en el pasado, la economía sigue su curso, afectando el poder adquisitivo de los ciudadanos españoles. Después de años marcados por una inflación disparada, las empresas ahora enfrentan la reducción de sus márgenes de beneficio. Esto las limita en su capacidad de subir precios sin que el consumidor lo note. Sin ser una crisis, los negocios se están ajustando a lo que muchos llaman la nueva normalidad, donde en 2024 los beneficios empresariales alcanzaron aproximadamente el 13% de los ingresos. Aunque sigue siendo un porcentaje elevado, representa un descenso respecto a años anteriores.
El impacto de estas adaptaciones varía según el sector. Las grandes compañías eléctricas y gasísticas mantienen márgenes de más del 20%, mientras que los combustibles están cerca del 30%. Estos sectores han logrado capear la inflación sin grandes contratiempos, aunque también han tenido que implementar ajustes. Contrariamente, el sector alimentario ha visto cómo su margen disminuyó de más del 11% a alrededor del 9%, un cambio que, aunque parece pequeño, repercute significativamente en el gasto diario del consumidor.
No todas las empresas están afrontando esta situación de la misma manera. Algunas prefieren no aumentar sus precios para asegurar la fidelidad del cliente, mientras otras enfrentan incrementos en costes laborales, suministros, electricidad y materiales. Como resultado, cerca de dos tercios han visto mermada su rentabilidad comercial. Esto limita su capacidad de maniobra para afrontar imprevistos sin trasladar costos al consumidor.
La situación actual también implica cambios en las dinámicas de compra: los descuentos y promociones en productos de primera necesidad se han vuelto menos frecuentes. Aunque la inflación disminuya, el precio de ciertos productos sigue en ascenso. Sectores con márgenes aún elevados, como la energía y los carburantes, sugieren que el consumidor debe ser más vigilante y comparador de precios que nunca.
En conclusión, aunque la inflación esté bajando, esto no implica un retorno inmediato a la normalidad ni asegura ahorro directo para el consumidor. Se está presenciando un reajuste económico lento que afecta de manera dispar a diferentes áreas de consumo. Es esencial observar detenidamente los cambios del mercado, estar atentos a los precios y sacar provecho de las verdaderas opciones de ahorro, más allá de las estrategias publicitarias.