El costo de la electricidad ha continuado su tendencia al alza, aunque con una intensidad más moderada en comparación con el ritmo del año pasado. Este aumento menos pronunciado ofrece un modesto alivio para los consumidores, que han visto cómo las facturas eléctricas se disparaban anteriormente. Factores como la estabilización en el costo de las materias primas y esfuerzos regulatorios parecen contribuir a esta menor escalada. Sin embargo, a pesar de la desaceleración en el aumento, la preocupación persiste entre expertos y usuarios ante la posibilidad de nuevos incrementos futuros.
En contraste, los precios de los carburantes han mostrado una reducción más limitada respecto al año precedente, especialmente si se compara con las cifras registradas en agosto de 2024. Esta tendencia refleja las fluctuaciones en el mercado de energía global y las complejidades inherentes a la producción y distribución de combustibles. Las variaciones menos marcadas en el abaratamiento de combustibles generan incertidumbre tanto para el consumidor común como para sectores industriales que dependen del transporte. Las perspectivas para el resto del año apuntan a una estabilidad frágil, sujeta a las tensiones geopolíticas y los cambios en la producción internacional.
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