La gala de los Premios Goya 2025 se llevó a cabo con un notable enfoque en temas ajenos al cine, destacando más las polémicas sobre celebridades y causas políticas que el propio arte cinematográfico. En medio de un espectáculo lleno de fallos técnicos y discursos dilatados, la presencia de figuras como Miguel Ríos aportó algo de dinamismo al inicio de la ceremonia. Sin embargo, fue el Goya de Honor entregado a Aitana Sánchez Gijón, y la seriedad y clase con que lo recibió, lo que verdaderamente elevó la calidad emocional del evento. La velada mostró un palmarés diverso, recompensando al cine indie e impulsando títulos menos conocidos a la luz pública, demostrando, al menos momentáneamente, que el cine español puede brillar por su contenido y no solo por las controversias que lo rodean.
A pesar de las distracciones que suelen restarle atención al cine durante el año, la gala concluyó con destacables momentos de reconocimiento para cineastas emergentes y respetados actores. Eduard Fernández y Carolina Yuste encabezaron las categorías de actuación, mientras que Pol Rodríguez e Isaki Lacuesta se llevaron los aplausos por la mejor dirección con «Segundo premio». La ceremonia culminó de forma inaudita con un empate en la categoría de mejor película, entre «La infiltrada» y «El 47», un acontecimiento que generó sorpresa y podría ayudar a reorientar las conversaciones hacia lo que verdaderamente importa: las películas. Este inesperado desenlace promete mantener la conversación sobre el cine español activa y, quizás, cambiar el foco hacia el trabajo de los cineastas en lugar de los conflictos extracinematográficos.
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