Los habitantes de Gaza enfrentan una nueva ola de violencia tras el anuncio del gabinete de seguridad israelí, que planea tomar el control total de la Franja. En medio de la precariedad diaria, muchos gazatíes se muestran decididos a permanecer en su tierra, expresando una resignación que raya en la desesperanza. «La muerte ya nos da igual», dice Mohamad Yahya Sahhar, un residente de 32 años, quien cree que las iniciativas del gobierno de Benjamín Netanyahu fracasarán como lo han hecho en el pasado. Con los mercados prácticamente vacíos y la escasez de alimentos agudizándose, varios ciudadanos consideran que cualquier intento de desplazamiento es inútil, ya que el territorio seguro se vuelve cada vez más inalcanzable, mientras la violencia persiste.
Netanyahu ha propuesto establecer un gobierno de transición en Gaza que excluya a Hamás y a la Autoridad Nacional Palestina, un plan que muchos consideran inviable. Los gazatíes, como Mohammed Hamdan y Ahmed Madi, cuestionan el objetivo de estas acciones, argumentando que el conflicto está lejos de ser solo una lucha contra Hamás, señalando que la violencia está dirigida principalmente contra civiles. La situación ha sido calificada de genocidio por organismos internacionales, mientras el acceso a la ayuda humanitaria se torna más complicado, con el 88 % del enclave palestino bajo órdenes de desplazamiento forzoso. En este contexto de sufrimiento, los gazatíes se aferran a su identidad y su hogar, rechazando abandonar la única tierra que conocen, a pesar de la adversidad y el constante riesgo de muerte.
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