La reciente postura de la Unión Europea frente al trumpismo ha revelado profundas fisuras en su liderazgo. En un movimiento que ha dejado expuestos varios de los puntos débiles de la UE, la foto del encuentro en el Despacho Oval, que debía tratar sobre temas cruciales como Ucrania, ha terminado simbolizando un revés diplomático. Los líderes europeos, incluyendo a Júpiter Macron y Ursula von der Leyen, parecen haber sido capturados en un momento de sumisión y desorientación, especialmente en un contexto comercial humillante donde Trump logró imponer condiciones desfavorables a la UE, obligando a aceptar aranceles onerosos y compromisos económicos poco estratégicos.
El acuerdo comercial con Estados Unidos, caracterizado como una rendición política y económica, ha sembrado discordia entre los estados miembros, poniendo en evidencia la falta de consenso y estrategia frente a las presiones externas. La dependencia de la UE del superávit comercial, especialmente de Alemania, se convierte en un bumerán de desequilibrios que la deja mal parada ante un EE. UU. cada vez más proteccionista. A medida que Europa se enfrenta a un futuro incierto, con aliados tradicionales que parecen distanciarse y un liderazgo interno cuestionado, la UE busca redefinir su posición geopolítica y económica en un mundo en constante cambio. En este escenario, Bruselas y figuras clave como Von der Leyen deben navegar cuidadosamente entre intereses divergentes y una mayor presión política global.
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