En la Gewandhaus de Leipzig, la recepción inicial de Johannes Brahms fue turbulenta. Su «Primer concierto para piano» en 1859 y el estreno de su obra «Un réquiem alemán» en 1869 no fueron bien recibidos, siendo esta última calificada por la crítica como «entre lo atractivo y lo repulsivo». Sin embargo, en 1873, el oratorio bíblico traducido por Lutero alcanzó reconocimiento en tres presentaciones, consolidándose en el repertorio clásico. Paralelamente, la «Sinfonía núm. 5, ‘Reforma'» de Felix Mendelssohn, declinada por el propio compositor, fue interpretada postumamente, siendo ambas obras integradas por Carl Reinecke al repertorio de la famosa orquesta sajona.
La Quincena Musical clausuró su 86ª edición destacando el legado de la Gewandhaus de Leipzig, bajo la batuta de Andris Nelsons. Los recientes conciertos en San Sebastián incluyeron la sinfonía de Mendelssohn, dirigida con un sonido luminoso alejado del historicismo, y «Un réquiem alemán», donde el Orfeón Donostiarra y destacados solistas como Christian Gerhaher y Julia Kleiter ofrecieron interpretaciones memorables. La programación mostró la riqueza y profundidad emocional de las obras, culminando con un silencio prolongado antes de los aplausos, subrayando la excelencia del coro y orquesta. Este homenaje continuará en el Festival Internacional de Santander y en la Philharmonie de París.
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