El antiguo dicho «ponerle puertas al campo» cobra un nuevo significado en la era digital, especialmente en el contexto de un Internet que se extiende más allá de cualquier intento por cercarlo. La reciente ofensiva de LaLiga en España, dirigida a bloquear la piratería mediante el bloqueo de direcciones IP, ilustra perfectamente esta paradoja. No solo han sido atacadas plataformas ilegales, sino que usuarios legítimos de servicios como Movistar, O2 y Digi, así como empresas que dependen del proveedor Cloudflare, han padecido las consecuencias.
En su cruzada contra la distribución ilícita de su contenido, LaLiga ha aplicado bloqueos masivos de IP con el fin de combatir la piratería de una manera que busca ser contundente pero que ha resultado en un efecto secundario problemático: la interrupción de servicios para miles de usuarios inocentes. Cloudflare, crucial para la seguridad y eficiencia de innumerables sitios web, fue alcanzado por esta medida, dejando a muchos desconectados y afectando negativamente sus rutinas diarias.
Lo curioso de estos cortes digitales es su oportunismo: parecen coincidir con eventos de gran interés, como el derbi de Madrid. Esto sugiere que los bloqueos no son más que una respuesta ocasional, sin una estrategia a largo plazo, además de mostrar un rostro injusto para quienes resultan perjudicados de manera no intencionada.
El intento de controlar el vasto entorno de Internet es como intentar cercar el campo. Sin importar cuántos bloqueos se impongan, siempre habrá herramientas como VPNs, proxies y redes descentralizadas que permiten el acceso a contenido bloqueado. En lugar de erradicar la piratería, estas medidas la envían a lugares más recónditos y difíciles de rastrear.
El bloqueo masivo de direcciones IP no solo es ineficaz, es contrario a los intereses de usuarios y empresas no relacionadas con el fútbol. Desde trabajadores remotos hasta pequeñas empresas que dependen de servicios como Cloudflare, el impacto ha sido notable. Esto plantea una incómoda interrogante: ¿es justificable afectar la experiencia de tantos usuarios en nombre de una estrategia que, de antemano, parece fallida?
En lugar de represión masiva, LaLiga y entidades similares podrían beneficiarse de centrar sus recursos en crear una oferta de contenido atractivo y accesible. La historia ha mostrado que cuando el contenido es fácil de obtener, atractivo y a un precio justo, los usuarios prefieren las alternativas legales. Ejemplos de éxito abundan en la era digital, desde Netflix hasta Spotify.
Finalmente, el esfuerzo de imponer barreras en un espacio tan libre como Internet es, además de infructuoso, una pérdida de recursos valiosos. La Federación Española, al igual que otras organizaciones, debe enfrentar la realidad de que Internet no se puede controlar completamente. En vez de perseverar en una ilusión, es recomendable trabajar en mejorar la oferta legal de contenido y reducir las tentaciones de la piratería.
Los afectados por los bloqueos continúan sufriendo los estragos de una contienda de resultado predecible. Intentar ponerle puertas al campo no solo es una paradoja inútil, sino también, suele ser innecesariamente disruptivo.