En la búsqueda constante por optimizar las operaciones de inteligencia artificial, los servidores específicos para estas tareas han surgido como la columna vertebral de los centros de datos modernos. De acuerdo con un reciente informe de Bank of America, estos servidores —conocidos como servidores de IA— se componen de una CPU, uno o varios aceleradores (como GPU, ASIC o XPU) y la memoria correspondiente. Aunque el diseño parece sencillo, el mercado circundante es cada vez más sofisticado y competitivo.
Si bien las CPU continúan siendo fundamentales, su influencia en el desempeño y valor total de los sistemas ha decaído en los últimos años. A pesar de ello, el número de envíos de CPU sigue en aumento, con proyecciones que alcanzarán más de 16 millones de unidades para 2027, desde los 12,3 millones de 2023. Esta tendencia se debe al creciente número de servidores, donde la tradicional configuración dual-socket está siendo progresivamente complementada con aceleradores para tareas intensivas de IA.
En este panorama, Intel está perdiendo terreno frente a AMD y la arquitectura ARM. Hasta 2017, Intel dominaba el mercado de CPU para servidores, pero los retrasos en sus ciclos de productos han reducido su cuota de mercado, especialmente en el sector de la nube, donde el costo total de propiedad es crucial. AMD, por su parte, ha crecido notablemente desde el lanzamiento de sus procesadores EPYC, superando el 50% del mercado de valor en el segmento de la nube y alcanzando una participación global prevista del 40% para 2027. Por otro lado, ARM ha ganado relevancia debido a su eficiencia energética, una característica que ha captado la atención de grandes operadores de centros de datos como Amazon, Google y Microsoft.
Esta transformación en los centros de datos revela un cambio significativo hacia plataformas más heterogéneas, donde la eficiencia energética y la capacidad de escalar son cruciales. La consolidación de arquitecturas ARM y el avance de AMD están redefiniendo las estrategias tecnológicas, desafiando la tradicional hegemonía x86. Esto no solo afecta a los fabricantes de chips, sino también al ecosistema de software, servicios en la nube y gestión de infraestructuras, marcando el inicio de una nueva era optimizada para la inteligencia artificial.
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