En un audaz movimiento que refleja la intensidad de las rivalidades medievales, un grupo de soldados de la ciudad de Módena logró infiltrarse en Bolonia con un plan singular. En lugar de buscar una confrontación directa, optaron por provocar a sus adversarios con un acto simbólico pero profundamente humillante: robar el cubo de roble de su pozo principal. Este objeto, aparentemente mundano, tenía un valor incalculable para los boloñeses, representando no solo una función práctica sino también un símbolo de orgullo y tradición.
La insólita operación cumplió su objetivo, desatando la ira de las autoridades y ciudadanos de Bolonia, quienes vieron el robo como una afrenta insuperable. Este ingenioso golpe estratégico no trataba solo de apoderarse de un bien físico, sino de infligir un daño emocional que pudiera debilitar la moral del enemigo. El incidente, aunque singular, es un testimonio del ingenio y la determinación presentes en las rivalidades históricas, donde la astucia y el simbolismo se convertían en poderosas herramientas de desestabilización.
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