El centro de la capital se presenta desolado, con una imagen que recuerda los días más duros de la pandemia. Numerosos comercios han bajado sus persianas, reflejando un impacto económico notable en la zona. Los turistas, habituales visitantes del corazón de la ciudad, ahora parecen perdidos, sin la habitual oferta vivaz que caracteriza al área. La actividad hostelera también se resiente, operando a medio gas, como sombras de su ajetreado pasado. La atmósfera es tranquila, casi inerte, contrastando con la normalidad que una vez definió las calles centrales de la metrópoli.
La situación actual ha generado preocupación entre comerciantes y vecinos, quienes observan con incertidumbre el devenir económico. Los indicios de recuperación siguen siendo débiles, y muchos se cuestionan cuánto tiempo tomará revertir este estado de letargo. Las autoridades locales están bajo presión para implementar medidas que revitalicen el centro urbano y atraigan de nuevo tanto a locales como visitantes. Mientras tanto, el aroma a pandemia persiste en el aire, sirviendo como un recordatorio latente de los desafíos actuales y futuros.
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