En el último año, el alquiler ha experimentado un incremento interanual del 11,6%, lo que refleja un fuerte repunte en el coste de la vivienda en un contexto económico ya desafiante para muchos. Este crecimiento en los precios de arrendamiento ha generado preocupación, especialmente entre la población joven, que enfrenta dificultades para acceder a una vivienda. Con el aumento desproporcionado de los alquileres en comparación con los ingresos, la brecha económica se amplía, afectando a quienes intentan independizarse o mantenerse en áreas urbanas con altos costos de vida.
Por otro lado, el salario mediano de los jóvenes ha tenido un crecimiento del 6,3%, una cifra que, aunque positiva, queda rezagada frente al alza de los alquileres. Este desajuste entre ingresos y vivienda subraya la necesidad de políticas que aborden la accesibilidad y asequibilidad de la vivienda para los jóvenes. La situación plantea un desafío significativo, ya que un mayor número de personas podría verse obligado a buscar alternativas de residencia más económicas o a compartir vivienda, afectando su calidad de vida y estabilidad financiera.
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