En una tarde que conjugó la magia de la cultura y la tradición, la delegada de Cultura, Turismo y Deporte, Marta Rivera de la Cruz, se unió a madrileños y turistas en el Templo de Debod, donde se llevó a cabo una zambomba flamenca dirigida por la aclamada familia Habichuela. Este evento, que forma parte del programa navideño organizado por el Ayuntamiento de Madrid, simboliza una experiencia única que permitió a los asistentes sumergirse en una de las costumbres más emotivas del folclore gitano.
Bajo el cielo invernal de Madrid, los jardines que circundan el ancestral templo egipcio se convirtieron en el escenario perfecto para una interpretación cargada de sentimiento y tradición. Los sobrinos y nietos del legendario guitarrista Juan Habichuela, representantes de una de las sagas más veneradas en el universo del flamenco, regalaron al público un repertorio de villancicos flamencos. Las melodías resonaron con profundo arte y pasión, invitando a los asistentes no solo a disfrutar, sino también a participar activamente en la interpretación de estas piezas que evocan siglos de historia y cultura.
El evento no solo celebró el legado de la familia Habichuela, sino que también se posicionó como una de las actividades principales dentro de la amplia programación navideña diseñada para engalanar a Madrid durante estas fechas festivas. La zambomba flamenca es solo una de las tantas propuestas culturales que el Ayuntamiento ha desarrollado para estas fiestas, enfocándose en resaltar la diversidad y riqueza de las tradiciones navideñas que convergen en la capital española.
Este tipo de actividades no solo promueven el disfrute de los ciudadanos y visitantes, sino que también reafirman el compromiso de Madrid con la preservación y difusión de sus raíces culturales. La participación de figuras clave como Marta Rivera de la Cruz subraya la importancia de un respaldo institucional para eventos que nutren el tejido cultural de la ciudad, ofreciendo un espacio de encuentro entre historia, arte y comunidad.
Así, Madrid se enriquece con cada interpretación, con cada nota que suena en armonía con las luces y decoraciones que iluminan sus calles, transformándose en un epicentro vibrante de celebración, unión y, sobre todo, de tradición viva. En estas festividades, la ciudad no solo se adorna externamente, sino que también le recuerda a cada individuo la trascendencia de sus raíces culturales, impulsando un espíritu festivo que invita a la reflexión y a la celebración conjunta.