En medio de la agitada ciudad de Belén, un grupo de monjas del Verbo Encarnado, originarias de América Latina, persevera en su misión humanitaria pese a la creciente hostilidad del conflicto palestino-israelí. La hermana María del Cielo, superiora de la congregación, relata cómo han sido testigos de la transformación de la región desde su llegada hace tres décadas, cuando las relaciones entre los habitantes de Belén e Israel eran más fluidas. Un muro que ahora separa estas tierras ha trastornado las vidas, cortando lazos familiares y de amistad. En un entorno marcado por barreras físicas y emocionales, estas religiosas han erigido un refugio para menores discapacitados, cristianos y musulmanes, donde la música y la celebración de cumpleaños mensuales ofrecen momentos de alegría en medio de la incertidumbre.
A pesar del peligro que representan los bombardeos y las hostilidades, las monjas optaron por quedarse en Belén para apoyar a la comunidad local, rechazando las súplicas de abandonarlo por un lugar más seguro. Su compromiso se extiende a otras áreas de Palestina, incluido un refugio en Gaza donde, junto a sacerdotes, ofrecen consuelo a cientos de cristianos refugiados. María del Cielo destaca la importancia de la empatía y la educación desde tempranas edades para superar la desconfianza entre comunidades. Si bien reconocen la gravedad del momento actual, su determinación de permanecer arraigadas en su misión y fe alimenta la esperanza de que la paz pueda prevalecer, confiando en que el sacrificio y las oraciones de muchos contribuirán a detener la guerra.
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