El 9 de agosto, Parliament Square en Londres fue escenario de un arresto masivo, el mayor en una década en el Reino Unido, en el que la Policía Metropolitana detuvo a 532 manifestantes pacíficos. La manifestación, organizada por Defend Our Juries, reunió a miles de personas que protestaban contra la proscripción de Palestine Action y las políticas del gobierno británico considerándolas una restricción inadmisible de derechos humanos. Los arrestados, que incluían a personas mayores y discapacitadas, sostenían carteles que condenaban el genocidio y apoyaban a Palestine Action, lo que resultó en su detención bajo la Ley de Terrorismo.
El evento fue criticado por figuras como Jonathan Porritt y organizaciones de derechos humanos, señalando que el gobierno británico está erosionando las libertades democráticas al confundir la disidencia con el terrorismo. La ministra del Interior, Yvette Cooper, ha sido acusada de manipular políticamente la proscripción de Palestine Action, comparando a la organización con grupos supremacistas. La situación plantea interrogantes sobre la dirección del Ejecutivo británico y su postura hacia Israel, mientras ciudadanos y críticos señalan la necesidad de proteger el derecho a la protesta pacífica. Este evento subraya el riesgo de criminalizar la disidencia en una democracia y la urgencia de defender estas libertades fundamentales.
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