En las últimas semanas, Barcelona ha visto un incremento en el cierre de escuelas concertadas debido a la baja natalidad y el aumento de la oferta de instituciones educativas públicas. Recientemente, la escuela Mireia del barrio de Fort Pienc comunicó su clausura, decisión fundamentada en el decrecimiento de la población infantil y la abundancia de opciones en la educación pública. Este fenómeno no es aislado, ya que el año pasado el colegio Sagrat Cor también cerró sus puertas por razones similares. La escuela Sant Ferran en Castelldefels se unió a esta tendencia, anunciando su cierre a pesar de contar con más de 300 estudiantes matriculados. La incertidumbre generada por estas clausuras ha movilizado al Consorcio de Educación de Barcelona a garantizar la continuidad académica de los afectados.
El Departamento de Educación estudia alternativas para integrar algunas de estas escuelas concertadas en la red pública, como es el caso de Sant Ferran. Xavier Güell, director general de centros concertados y privados, mencionó que se están evaluando diversas opciones para mantener estas instituciones operativas dentro del sistema educativo público, pero recalcó que el primer paso es que sean las escuelas quienes soliciten esta transición. Para mitigar el impacto emocional de estos cierres, se ha dispuesto un equipo de psicólogos que brindará apoyo a los estudiantes, padres y personal educativo. Esta situación refleja un cambio en el panorama educativo catalán, con una reconfiguración que responde tanto a las fluctuaciones demográficas como a las políticas de oferta educativa.
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