Desde la Edad Contemporánea, la democracia ha unificado y dividido al mundo entre aquellos que la practican y los que no. Indicadores como el ranking V-Dem, The Economist y Freedom House evalúan la calidad democrática en diversos aspectos, incluyendo elecciones, participación política y derechos humanos. En España, aunque se puede ser relativamente optimista, la política está esencialmente en manos de partidos, con riesgos de gregarismo y pérdida de atención al ciudadano. La partidocracia y la centralización del poder en una figura única amenazan la democracia, originando acatamiento ciego a líderes y eliminación de voces disidentes. La reflexión crítica sobre estas dinámicas es urgente para prevenir la decadencia democrática.
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