Un análisis crítico del «votante de izquierdas» retrata a este grupo como personas que creen tener superioridad moral y discursiva, motivados por una ideología concreta. Se acusa a estos votantes de rechazar otras posturas políticas, de tener una visión crítica limitada y alimentada por medios afines, y de sostener una ética cuestionable en sus líderes. Se implica que viven en una incoherencia entre sus ideales y sus realidades, liderados por discursos de odio y envidias. En general, se les describe como infelices, con un pensamiento cerrado y una propensión a politizar todas las esferas de la vida, buscando siempre vivir de las rentas ajenas y justificando sus fracasos a través de una visión distorsionada de la realidad y la historia.
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