La reciente hospitalización del Papa Francisco en el Hospital Policlínico Gemelli de Roma ha suscitado preocupación entre los fieles católicos, planteando interrogantes sobre su capacidad para continuar liderando a la Iglesia. Este episodio revive la discusión sobre la posibilidad de la renuncia papal, una decisión que, aunque menos común que la sucesión tras la muerte, está contemplada en el derecho canónico. El caso más reciente fue el de Benedicto XVI, quien en 2013, abrumado por la falta de fuerzas, optó por dimitir, lo que llevó al cónclave que eligió a Francisco. La perspectiva de una renuncia voluntaria del actual pontífice abre el debate sobre el futuro de las reformas iniciadas bajo su liderazgo.
El procedimiento del cónclave, encargado de elegir al sucesor papal, es un proceso impregnado de tradición y secretismo, celebrado en la emblemática Capilla Sixtina. Durante este evento, los cardenales menores de 80 años se aíslan completamente, libres de influencias externas, para participar en votaciones hasta alcanzar un acuerdo. La historia reciente muestra papados marcados por carismas diversos: Juan Pablo II y su constante defensa de los derechos humanos, o Benedicto XVI con su énfasis en la doctrina tradicional. Francisco, a su vez, ha promovido una iglesia más inclusiva y transparente, dejando un legado cuya continuidad podría depender del perfil de un potencial sucesor, especialmente si las condiciones de salud del pontífice actual lo invitasen a considerar la renuncia.
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