El auge de la inteligencia artificial ha desencadenado un frenesí de inversión en la construcción de centros de datos en Estados Unidos, evocando recuerdos de burbujas del pasado, como la de las telecomunicaciones en los 90 y la del ferrocarril en el siglo XIX. Este crecimiento, cada vez más financiado por deuda y crédito privado, genera temores de una nueva crisis financiera.
Gigantes tecnológicos como Meta, Google, Microsoft y Amazon han invertido 1.025 mil millones de dólares en infraestructura relacionada con IA en el último trimestre, representando una parte significativa de sus ingresos. Neil Dutta, de Renaissance Macro Research, señala que este gasto en capital ha impulsado el PIB de EE.UU. más que el consumo privado reciente.
El riesgo radica en que esta inversión masiva, a menudo financiada mediante deuda, pueda estar inflando una burbuja de infraestructura. A diferencia de la burbuja de las puntocom, que se apoyó principalmente en capital accionario, la fiebre actual de los centros de datos está altamente apalancada a través del mercado de crédito privado, conocido como «banca en la sombra».
Empresas como Meta están negociando grandes préstamos con gigantes del crédito privado, un tipo de financiación que conlleva riesgos sistémicos si los activos no ofrecen el rendimiento esperado. Esto crea una peligrosa conexión entre el sector bancario tradicional y la nueva ola tecnológica.
El crédito privado ha crecido significativamente, con el porcentaje de préstamos de bancos estadounidenses a estas entidades pasando del 1 % en 2013 al 14 % en 2023. Si el mercado sufre un revés, la exposición bancaria podría resultar en una crisis financiera.
Las aseguradoras también han incrementado su exposición a bonos de baja calificación. Un informe de la Reserva Federal de Filadelfia revela que estas superan las hipotecas subprime previas a la crisis de 2008, evocando el caso del rescate de AIG durante esa época.
El mercado de crédito privado actúa como un puente peligroso entre la tecnología IA y el sistema financiero convencional, lo que recuerda a las burbujas pasadas. El analista Paul Kedrosky advierte que ya ha superado los niveles de inversión relativos al PIB de los 90, sin signos de desaceleración.
La clave es entender de dónde proviene el dinero para esta expansión descontrolada. Si el flujo de financiación se detiene, las consecuencias podrían afectar a todo el sistema financiero global. El CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, ha advertido sobre el crédito privado como posible epicentro de una nueva crisis, incluso mientras su firma se adentra más en ese terreno.
En resumen, mientras la construcción de centros de datos continúa y la IA promete transformarlo todo, el sistema financiero está peligrosamente apalancado en este esperado futuro. Si la burbuja estalla, el impacto no solo se sentirá en Silicon Valley, sino a nivel global. Tal como se ve, el reto no es solo el exceso de construcción, sino las formas opacas en que se está financiando, cada vez más alejadas del escrutinio público.
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