En un contexto global marcado por crisis y retrocesos en derechos fundamentales, las políticas exteriores feministas emergen como una respuesta innovadora e integradora. En 2025, un año clave para los derechos de las mujeres, estas políticas no solo enriquecen las relaciones internacionales, sino que también impulsan soluciones novedosas frente a las crisis y promueven un futuro más equitativo. Este año se destacan hitos importantes: 30 años de la Plataforma de Acción de Beijing, 80 años de las Naciones Unidas, y 25 años de la Resolución 1325 sobre mujeres, paz y seguridad. Las pioneras, como Eleanor Roosevelt y Hansa Mehta, sentaron las bases de estos logros, lo que se refleja en el aumento de la representación femenina en parlamentos de un 11.3% en 1995 a un 27.2% en 2025.
A pesar de estos progresos, el informe de ONU Mujeres revela desafíos significativos, con retrocesos en los derechos de las mujeres en uno de cada cuatro países y amenazas a la existencia de organizaciones cruciales debido a recortes en cooperación internacional. En medio de esta situación, las políticas exteriores feministas se posicionan como una estrategia efectiva. Desde su primera implementación en 2014, ocho países, incluidos Suecia, Canadá, y Francia, han adoptado este enfoque, logrando avances en igualdad de género y empoderamiento femenino. Colombia se une a esta tendencia con una nueva política exterior feminista centrada en justicia social y ambiental, paz, educación, ciencia y cultura, en colaboración con diversos actores internacionales. La diplomacia feminista se presenta así como una herramienta práctica para construir sociedades más equitativas y sostenibles, subrayando la necesidad de actuar con urgencia y creatividad para responder a los desafíos actuales.
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