El día de ayer, se llevó a cabo en Lima, Perú, el funeral del exmandatario Alberto Fujimori, quien falleció a los 85 años. La ceremonia atrajo a centenares de ciudadanos, muchos de los cuales mantenían opiniones divididas sobre el legado del expresidente. Fujimori, una figura controvertida en la política peruana, dejó una marca indeleble tanto por sus políticas económicas que estabilizaron el país en los años 90, como por las acusaciones de violaciones a los derechos humanos durante su régimen. Representantes políticos de diversos sectores asistieron al evento, evitando pronunciamientos fuertes, mientras familiares y seguidores coreaban su nombre y portaban imágenes del exlíder.
El entierro de Fujimori tuvo lugar en un clima tenso pero cargado de emotividad. Calles adyacentes al cementerio estuvieron bloqueadas por seguridad, y la policía estuvo presente para evitar disturbios. Familiares cercanos del exmandatario dieron discursos recordando su legado y defendiendo sus acciones en el poder. A pesar de las críticas, muchos señalaron que su liderazgo ayudó a combatir movimientos terroristas y estabilizar la economía peruana. Sin embargo, también hubo manifestaciones de personas que clamaban por justicia para las víctimas de abusos y de las políticas represivas de su gobierno, reflejando la polarización que Fujimori sigue causando en la sociedad peruana.
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