La inflación en Argentina mostró un incremento en febrero, con un alza del 2,4% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), acumulando un 66,9% interanual, según el informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Los aumentos más significativos se registraron en alimentos, especialmente en carne y derivados, junto con los alquileres y las tarifas de gas y electricidad. El Gobierno de Javier Milei, a pesar de la cifra superior al 2,2% de enero, celebra la continuación de lo que llama un «proceso de desinflación» iniciado en 2024, destacando el descenso desde un 211,4% en 2023 a un 117,8% en 2024. La administración califica esto como un logro significativo mientras negocia un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
En contraste, sectores como equipamiento del hogar y vestimenta reflejaron menores incrementos, del 1% y 0,4% respectivamente. Aun así, el costo de la canasta básica no alimentaria, necesaria para no ser clasificado como pobre, aumentó un 2,3%, colocando en una situación de vulnerabilidad a las familias de ingresos bajos, en un contexto donde el salario mínimo es significativamente menor que el costo de vida. A este escenario económico se suma la intervención del Banco Central en el mercado de divisas para estabilizar el tipo de cambio frente a un dólar en ascenso. Con el objetivo de mantener la inflación bajo control hasta las elecciones legislativas de octubre, el gobierno busca asegurar el ingreso de fondos frescos del FMI, vitales en medio de advertencias sobre la sostenibilidad del actual esquema económico.
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