El Gobierno ha decidido suspender la compra de los aviones F-35B, un cambio de estrategia que impacta directamente en la planificación de la defensa aérea del país. La adquisición de estos cazas de quinta generación estaba destinada a reemplazar a los veteranos aviones Harrier, cuya vida útil se había proyectado hasta el año 2030. Este giro en las políticas de defensa plantea interrogantes sobre cómo se fortalecerán las capacidades aéreas en el futuro cercano y qué alternativas se considerarán para garantizar la operatividad de la flota militar.
La suspensión de la compra de los F-35B señala posibles ajustes presupuestarios o cambios en las prioridades estratégicas del Gobierno. Esta decisión podría implicar mantener en funcionamiento los Harrier más allá del plazo inicialmente proyectado, a través de programas de mantenimiento y actualización. Sin embargo, el costo y la viabilidad de esta opción también representan desafíos significativos. El contexto de esta decisión y sus implicaciones en la defensa nacional generan un debate sobre las necesidades militares y el camino a seguir para sostener la seguridad aérea del país.
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