La intensificación de los bombardeos israelíes en las zonas de conflicto sigue afectando de manera crítica a los centros sanitarios, que se han convertido en objetivos recurrentes. Esta situación agrava la ya de por sí crítica presión sobre los equipos médicos, quienes deben manejar un alto volumen de heridos en condiciones cada vez más precarias. La inseguridad en estos centros no solo interfiere con el suministro de atención médica esencial, sino que también pone en riesgo la vida de los pacientes y del personal sanitario. Muchos hospitales y clínicas enfrentan dificultades extremas para operar eficazmente, a menudo siendo forzados a evacuar en medio de ataques.
Además, la constante amenaza de bombardeos impacta psicológica y emocionalmente tanto a los trabajadores de salud como a las comunidades que dependen de estos servicios. A medida que los ataques se intensifican, la escasez de recursos médicos se convierte en un obstáculo insuperable, reduciendo la capacidad de respuesta ante emergencias. En este complejo y peligroso entorno, muchos profesionales sanitarios continúan actuando con valentía, pese al riesgo para sus propias vidas, en un esfuerzo por proporcionar atención médica esencial. La situación exige una respuesta urgente de la comunidad internacional para proteger a los civiles y garantizar que los centros de salud puedan operar con seguridad.
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