El auge de los centros de datos, los vehículos eléctricos y el hidrógeno verde está provocando una revolución que desafía el modelo energético tradicional de España. En un contexto donde la energía nuclear se mantiene al margen para el crecimiento, el sistema eléctrico nacional se encuentra bajo una intensa presión debido al incremento exponencial de solicitudes de conexión a la red. Con más de 65.000 megavatios en lista de espera, las principales empresas energéticas y operadores de red exigen una revisión urgente del sistema, la primera en cuatro décadas.
Las gigantes del sector Iberdrola, Unión Fenosa, Endesa, Naturgy, EDP y Redeia están lidiando con un aluvión de peticiones que contrastan fuertemente con los 10.000 megavatios solicitados hace solo cuatro años para los mismos centros de datos, que verán una demanda aún mayor con la llegada de la inteligencia artificial. Este fenómeno se ha visto acelerado por la competencia entre comunidades autónomas para atraer inversiones tecnológicas y por el crecimiento en otros sectores como el coche eléctrico, el hidrógeno verde y la electrificación industrial.
Dentro de este contexto, las comunidades han tomado distintas estrategias. Galicia ha implementado regulaciones que obligan a las renovables a vender el 50% de su energía dentro de la región, mientras que Madrid, con más de 50 proyectos de centros de datos en desarrollo, pero siendo la comunidad más deficitaria en generación eléctrica, busca reorganizar su burocracia para acelerar las licencias. En tanto, Aragón se destaca por su excedente de energía renovable, atrayendo megaproyectos a su territorio.
Ante esta situación crítica, un tercio de las solicitudes de conexión son rechazadas por falta de capacidad en el sistema eléctrico diseñado en los años 80. Las empresas energéticas demandan inversiones para expandir la red y mayor flexibilidad regulatoria, con el fin de permitir que operadores privados puedan desarrollar líneas de alta tensión. Redeia, en espera de una respuesta gubernamental, también destaca la necesidad de adaptar el sistema a las nuevas exigencias del mercado.
El desafío es claro: España se enfrenta a la oportunidad de convertirse en un referente europeo en infraestructuras digitales y sostenibilidad energética. No obstante, sin una inversión estratégica en la red eléctrica, este crecimiento podría convertirse en un riesgo más que en una oportunidad. Los expertos señalan la importancia de equilibrar el suministro y consumo eléctrico entre regiones y fomentar la cooperación público-privada para asegurar que la infraestructura energética sea capaz de soportar las demandas del siglo XXI. Si no se abordan estas cuestiones, el futuro del sector energético y la competitividad de España estarían en peligro.