En el festival taurino celebrado en la Plaza de Las Ventas, Víctor Hernández dio una muestra de autenticidad en su toreo, destacando por su búsqueda de la pureza en su técnica. Durante su actuación, Hernández enfrentó a un toro complicado de El Pilar, que planteó numerosos desafíos. A pesar de un inicio falto de firmeza, logró conectar con el público por su valentía al exponer el pecho y ofrecer la femoral en cada embestida, lo cual resultó en la obtención de una oreja al final de su faena. En la lidia del sexto toro, un sobrero de Villamarta, aunque bien colocado y vertical, no logró el mismo nivel de lucimiento debido a las características del animal, cerrando su intervención con un pinchazo.
En contraste, las actuaciones de Diego Urdiales y David Galván no alcanzaron el mismo nivel de sinceridad y pureza. Urdiales, conocido defensor del toreo clásico, se vio deslucido ante un lote complicado, no logrando consolidar una actuación memorable. Por su parte, Galván fue más decorativo que efectivo, recibiendo críticas por la falta de profundidad y mando en sus faenas. A pesar de ello, la conexión con el público le permitió recibir solicitudes de oreja, no concedidas por la presidencia, lo cual no impidió que el torero diera dos vueltas al ruedo. La jornada fue un ejemplo de las distintas interpretaciones del toreo, destacando la búsqueda de la verdad y autenticidad en un arte lleno de desafíos.
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