La montaña más alta de América del Norte, situada en la cordillera de Alaska, sigue siendo objeto de debate a raíz de la decisión del recién asumido presidente Donald Trump de restituir el nombre de «Monte McKinley» al icónico pico de 6,190 metros, comúnmente conocido como «Denali». Esta controversia aviva antiguas disputas históricas y culturales, pues originalmente los aleutianos, habitantes nativos de la región, la llamaban Denali, que significa «el Grande» en su lengua. La montaña fue rebautizada en 1896 en honor al presidente William McKinley, permaneciendo así hasta que el expresidente Barack Obama, en 2015, devolvió su designación original reconocida oficialmente por el estado de Alaska desde 1975, destacando la importancia del nombre para la herencia y cultura nativa.
Sin embargo, Trump busca reflejar su admiración por la figura de McKinley, resaltando su legado en la economía estadounidense a través de los aranceles. Esta postura no ha conseguido unificar las opiniones dentro de su propio partido. Tanto el senador Dan Sullivan como la senadora Lisa Murkowski, ambos de Alaska, han expresado su desacuerdo, manteniendo que el nombre Denali ya posee un significado de grandeza inherente. El renombramiento de la montaña no solo es un asunto de nomenclatura geográfica, sino que simboliza las tensiones entre narrativas históricas, intereses políticos y el reconocimiento de las culturas nativas en la estructura identitaria de Estados Unidos.
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